INTRODUCCIÓN
Hay libros fáciles de leer. Hay libros para los que una lectura superficial es suficiente. Los hay que cuentan poco, los hay simples. Hay libros, también, fáciles de reseñar. Artífices del Destino no es uno de ellos. Sin embargo, una vez superada la barrera invisible del estatismo que envuelve esta novela, todo se esclarece poco a poco y se vuelve más y más fluido.
EL LIBRO
Artífices del Destino es el título de un libro que podría, perfectamente, haber sido concebido como Alberto Vezendi: Autobiografía. Quizás por el tema a tratar, tan concreto como importante para la vida del autor, prefirió Vezendi ponerle un título un tanto más subjetivo.
Artífices del Destino cuenta, al detalle y con mano diestra, el paso de Vezendi por la anorexia:
la calma antes de la tormenta, la decadencia del enfermo que no es capaz de percibir la enfermedad y el momento de suerte o de lucidez que le permitió hacerle frente y volver a levantarse. Todo ello rodeado de un lenguaje fino y cuidado que hace, de algo ya conocido para algunos, algo totalmente novedoso.
LO BUENO
Quizás lo más remarcable de la obra es la valiosa información que proporciona al lector. Como el mismo autor advierte primeramente al comienzo del libro (repetirá la advertencia en más ocasiones a lo largo de la novela), Artífices del Destino no es una publicación de autoayuda; es un canto a la esperanza que aspira a servir a todo el mundo: como información útil al lector medio, como refuerzo positivo para aquel que padece la enfermedad o, simplemente, como apoyo para todo aquel que esté pasando por una mala época.
En cuanto al apartado más técnico, Vezendi elige cuidadosamente cada palabra, otorga a la narración un tinte simbolista que mantiene al lector introducido en la novela. Plaga la obra de un carácter metafórico, casi poético, para la libre interpretación del lector, pero no difumina el tema principal: De principio a fin, el argumento lineal y el mimo en la escritura dejan claro el camino recto que sigue el autor al escribir, como un río al que se le suman sus respectivos afluentes. Es la narración de una experiencia personal concreta, el lector lo sabe en todo momento, aunque pueda llegar a omitir la temática principal y prestar atención, únicamente, a la reflexión vital que deja el libro.
En cuanto al formato, cada capítulo va acompañado de unas pocas ilustraciones abstractas (menos de lo que en un principio puede parecer) en tinta, dando al libro un toque de elegancia y sobriedad muy acordes a la novela.
LO MALO
Es necesario digerir Artífices del Destino. Es necesario leerlo, terminarlo, dejarlo reposar un tiempo y luego pensar en lo que se ha leído. Del lenguaje, nada malo se puede decir. Lo mismo ocurre con el mensaje de Vezendi, con la exactitud a la hora de definir síntomas y sucesos y con la intencionalidad de la obra.
Sin embargo, en algunos momentos, puede llegar a dar la impresión de repetirse. Si la introducción es la decadencia de Vezendi y el desenlace es su recuperación, el nudo, donde se narra el cambio radical en la vida del autor que lo llevó a hacer frente a la anorexia, se desarrolla en unas pocas páginas. Así de breve es también la recuperación de éste, que prácticamente se deja a la imaginación del autor, pues se resume en unas pocas pinceladas. Se podría decir que el grueso de la obra, dividida en dos libros, se enfoca en explicar los síntomas que padecía el autor y los sentimientos de éste por aquel entonces. De esto tampoco hay nada criticable pues, como ya se advierte, es un relato, no una guía de curación. Sin embargo, en el primer libro sobretodo, da la impresión de repetirse la lectura, con una reiteración (a veces consciente y voluntaria) de ciertos pasajes de la obra que pueden llevar al lector a perder el interés en el relato.
CONCLUSIÓN
No se puede considerar malo, bajo ninguna premisa, un libro escrito con tantísima buena intención y que, además, está tan escrupulosamente redactado. Artífices del Destino es un libro para la introspección, eso sí. No es gráfico, tampoco explícito: exige una reflexión personal importante, exige empatía con el protagonista, pues no busca impactar, sino ayudar. Ni es lacrimógeno, ni lo intenta.
Una vez superada la parte más enredada del libro, la novela mantiene el estilo y, además, le suma una escritura mucho más fluida, dando lugar a un libro que, aunque no para todos los públicos ni para personas que anden buscando mero entretenimiento, puede llegar a ser muy disfrutable.
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