INTRODUCCIÓN
Dijo una vez Wolfgang Amadeus Mozart: «La poesía ha de ser la hija obediente de la música». Sin embargo, Mozart no era poeta, ¿qué tendría que decir entonces el niño prodigio del Clasicismo respecto a ella?
Sí lo era, sin embargo, Edgar Allan Poe, cuando escribió que «la música, cuando va acompañada de una idea placentera, es poesía». Y es que ya, desde tiempos inmemoriales, el arte del verso ha mantenido una estrecha relación con la música. El último hito atinente a este tema tuvo lugar hace dos años, cuando la Academia Sueca entregó, inquebrantable ante la siempre acechante polémica, el premio Nobel de Literatura al cantautor Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan, y como era de esperar, aparecieron en todo el mundo los detractores y los partidarios de la entrega.
Poesía y música en España
En España, quizás no con el nivel lírico de Dylan o Cohen (o sí), existe un grupo de músicos, oscilantes entre la canción de autor y el rock, cuya obra se ha caracterizado por la complejidad y el cuidado de sus letras. En el siglo XX sus canciones acompañaron la lucha por la libertad contra la dictadura franquista. Paco Ibáñez dedicó enteramente su guitarra y su voz a la musicalización de la obra poética de todo tipo de escritores. Serrat cantó a Machado, a Miguel Hernández y a León Felipe, entre otros, pero se dejó llevar por la pluma, y también escribió algunas de las mejores letras de la canción de autor catalana. También en catalán cantó sus entrañas Lluis Llach. José Antonio Labordeta lo hizo en Aragón. Un tardío Sabina en Madrid.
Entre dentro y fuera de la movida madrileña se oyeron voces como la del asturiano Victor Manuel, y más adelante llegaron por Extremadura, siguiendo las «maneras de vivir» de Leño, Extremoduro, con Robe Iniesta a la cabeza de una banda cuyos versos fueron evolucionando hasta el punto de poder escribir un libro con ellos, o el propio Rosendo que, como se dice del vino, mejoró (aprendió, en este caso) con la edad.
Pero, con permiso de todos ellos y de muchos otros posteriores, no me toca hablar de su haber. Hoy hablaré del navarro Kutxi Romero, el que a día de hoy es, sin demasiada duda, uno de los mejores letristas del rock en castellano.
DESACORDE EDICIONES
Desacorde Ediciones, la editorial que publica León manso come mierda, produce en mí sentimientos encontrados. Su objetivo, resumiendo mal y brevemente, es publicar los libros de músicos reconocidos del panorama rock en España. De esta forma, con ellos ha publicado gente como Enrique Villarreal «el drogas», de Barricada, Evaristo Páramos, de La Polla Records, Fortu, de Obús, o el propio Kutxi Romero.
Por un lado, es verdad que gente que es capaz de escribir buenas canciones tiene el historial necesario para escribir un buen libro. Ahora bien, publicar a gente reconocida no deja de ser el negocio que ha llevado a la literatura hasta donde está ahora, en unos niveles de calidad nunca vistos. Unos niveles tan bajos, quiero decir.
Alejándome de toda polémica, ahora sí, he de decir que la editorial hace las cosas como deben ser, y León manso come mierda es un trabajo, a nivel estético, digno de destacar.
EL LIBRO
A nivel estético está bien. Tapa blanda con solapas, portada de Enrique Cabezón González con un león con cuerpo de mujer crucificado por un rebaño de ovejas, y un interior austero que no desconcentra de la lectura. Pero lo importante no deja de ser el contenido.
El libro es una antología de cuatro de sus libros: Ruidografías, Sumidero, Poemas indómitos y Muxugorri. Así me evito hacer cuatro artículos sobre el mismo autor y mato, ya no a dos, sino a cuatro pájaros de un tiro.
Ruidografías
Ruidografías es el primer poemario de Kutxi Romero, autoeditado en 1999. Los poemas que abarca son profundamente lapidarios, oscuros. Si bien no son sencillos de comprender verso a verso, el conjunto de cada uno de ellos sí deja una conclusión clara. Los temas principales: el amor, la libertad, la poesía, el significado de la felicidad y, ante todo, el «yo».
El autor es muy amigo de esa frase que tanto me gusta de José Hierro: «La poesía se escribe cuando ella quiere», aunque el de Berriozar la lleva a un contexto un tanto más escatológico, y eso se nota. No son versos inspirados en algo externo, nacen a partir de la introspección personal, de la subjetividad de la que huían los poetas del 98.
En cuanto a estructura, están compuestos en verso libre (toda la antología), con un detalle que, aunque parezca insignificante, sí es destacable. Todos tienen título y miden más de veinte versos.
Sumidero
Sumidero, el segundo libro, se editó dos años después, muestra de que el tiempo da para mucho. La temática no varía en exceso, aunque sí toma protagonismo la crítica social:
Amaneció frío.
Muerto por fin
estalló el júbilo y todos aplaudieron
una nueva era
un nuevo tiempo
no mejor que el que falleció al alba.
Tiempo de enmudecer yunques.
Tiempo de mierda.
-Kutxi Romero Lorente
Los poemas buscan ahora la atención absoluta del lector. Se omite la información enorme del título y se condensa en una medida cercana al micro poema. La forma de los versos y su situación marcan el ritmo y la fluidez. Hay menos ideas en cada poema, evita los excesos pero guarda el estilo. No se vuelve fácil, no. Se vuelve sencillo. Más intensidad en menos espacio. Encuentra cierta repulsión en la palabra «poeta», descrito en todo momento de forma cuasi despectiva. «La poesía nace del dolor. La alegría es un fin en sí misma», dijo Neruda. Toda la oscuridad en la temática de Ruidografías se torna lúgubre, triste, en Sumidero. Es una recopilación con ánimo de desgarrar, de hundir, y lo consigue.
Poemas indómitos
Editado en 2003, deja a un lado la innovación en su estilo y se centra en el desarrollo del contenido, con pequeñas variaciones. Desaparecen, ahora sí, todos los signos de puntuación. No hay anécdota, no hay historia. Simplemente una idea desarrollada en unos pocos versos. Continúa la crítica aparecida en el libro anterior y la oscuridad, y aparece otro sentimiento: la melancolía:
Venga
deja que te cuente de los poetas
y de los sonetos y los pareados
y de mi léxico escogido
que supura agua jabonosa
y de mis paredes acolchadas
venga
deja que te cuente del llover de monedas
y del correr del sudor a años luz de mí
venga
deja que te mate.
-Kutxi Romero Lorente
El paso del tiempo y un característico desprecio orgulloso de sí mismo protagonizan el libro. Se mantiene en momentos concretos el empleo de la forma del poema, aunque no es un recurso tan llamativo como en Sumidero. Es un libro que muestra toda la evolución personal de Kutxi: un año después Marea publicaría 28.000 puñaladas, el disco en el que el grupo comenzó a madurar las letras de una forma más profunda.
Muxugorri
Muxugorri no es un libro de Kutxi como tal, sino un proyecto llevado a cabo entre varios poetas españoles en el que el autor de León manso come mierda publicó una decena de poemas. Son más cercanos al estilo de Ruidografías, con menos carga metafórica pero con un gran efecto sobre el lector:
SIETE
(ELEGÍA A TODOS LOS LADRIDOS AHOGADOS)
La niebla parió siete cachorrillos.
Siete.
Yo también tenía siete
años.
Aquel hombre los metió en un saco de lona,
a los siete,
recién nacidos.
Cogió el camino del río.
Le seguí.
Antes de llegar al puente romano
se agachó en la orillo del río y echó,
dentro del saco,
siete piedras grandes,
siete,
junto a los siete cachorros.
Siete.
Subió al puente
y arrojó el saco al agua.
Aún hoy no entiendo
la paliza que me dio
cuando,
desde debajo del puente
le grité,
no sé si siete
o setecientas veces,
hijo de perra.
CONCLUSIÓN
León manso come mierda no es un libro perfecto. No está a la altura de los grandes escritores universales pero, para ser sinceros, qué leeríamos si sólo cogiéramos grandes obras universales en las bibliotecas.
Es un libro con personalidad, que no se deja llevar por modas poéticas y que transmite lo que siente el autor. El uso del lenguaje es entrañable, la selección de cada palabra, los recovecos que crea en cada poema con lo que se deja ver y lo que no... Es, en definitiva, un espectáculo para leer y releer más de una vez, para estudiar y para desvelar. Y de lo que no se pueda, sacar conclusiones.
Un poema no es un espejo, pero eso no quiere decir que no nos refleje... ¿O no?
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