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Xarfas, Alex Pernas


Portada de Xarfas, de Alex Pernas
Portada de Xarfas, de Alex Pernas

INTRODUCCIÓN


Han pasado casi tres semanas desde la última reseña. Con ellas, las navidades, esa época de consumo descontrolado y felicidad supuesta y real en igual cantidad, se han ido acercando. Uno de los regalos más extendidos a día de hoy son los libros. Para qué mentir, un buen libro nunca falla. Fácil de encontrar, un poco menos fácil de elegir y sin un precio desorbitado de por medio. Blanco y en botella.

Ahora bien, es Navidad. Todo es, o ha de ser, por definición, alegre. Quizás por eso regalar un ejemplar de Xarfas no sea la mejor opción a tener en cuenta. Aunque hacerlo puede ser la excepción que confirme la norma.

Y es que Xarfas, la primera novela de Alex Pernas, ingeniero de software, guitarrista y, desde ahora, escritor, es uno de los libros más duros que he leído nunca.


EL LIBRO


Y de veras lo consigue. Si bien pende en algunos momentos de la cuerda floja, a punto de caer en el cliché, siempre suele salir victorioso.

El libro se sitúa en un país ficticio (o eso quiere pensar el lector), donde la miseria, la corrupción política y el descontento social conforman una bomba de relojería que se sabe estallada desde el principio. Alejada de la linealidad, se construye sobre un falso caos argumental, mediante el que el autor narra la vida de dispares personajes. Así, inundan las páginas los sentimientos y vivencias de Néveda, una mujer de familia media que ve su vida irremediablemente truncada por un altercado entre la policía y unos manifestantes, de Xurxo y Breixo, dos líderes activistas, o de Fuco, un policía atenazado por las dudas, entre muchos otros.

La novela transcurre con un ritmo frenético pero constante, donde la acción y la crudeza se mantienen en primer plano hasta el final, y donde el lector conecta al instante con los personajes. Al contrario que en la mayoría de novelas, Xarfas desarrolla muy poco cada personaje, buscando dar un mensaje bastante claro: no importan tanto las situaciones individuales como ver cómo afecta el problema en absolutamente todos los vértices de la sociedad. Y de veras lo consigue. Si bien pende en algunos momentos de la cuerda floja, a punto de caer en el cliché, siempre suele salir victorioso. Los personajes acaban volviéndose reales. No hay ninguno que sobresalga por encima de lo humano. No hay ninguno demasiado listo, demasiado estoico o demasiado bueno. Los más malos representan lo que tienen que representar, lo que se ha visto en la historia reciente. Aunque lo parezcan, no son monstruos imposibles, ha existido, y sigue existiendo, gente como ellos.


LO BUENO


La novela innova. No sé cuánto, pero innova. O al menos nunca he leído un libro reciente tan duro de digerir y tan diferente a nivel técnico como éste. Cercano en ciertos momentos a la «estética» brutal de Salò, o los 120 días de Sodoma, del director italiano Pier Paolo Pasolini, no llega a adquirir un carácter morboso. Son escenas muy duras de imaginar, que en una película a mí, en lo personal, me resultarían innecesarias. Sin embargo en Xarfas no me han resultado nada excesivo. Narra con objetividad y realismo escenas de tortura, de violación incluso, o de asesinatos realmente difíciles de digerir, pero nunca se ensaña con ellos. Alex Pernas escribe sin filtros, de manera explícita pero proporcionada, bebiendo de la literatura más naturalista.

En cuanto a estructura, Alex Pernas juega con todos los recursos a su alcance. Empieza igual que termina: una situación tranquila durante una manifestación. De esta forma, con la introducción y el desenlace bien establecidos, crea un relato simultáneo donde se muestran las situaciones que marcan la vida de cada personaje.

Quizás lo más remarcable de toda la obra, sin obviar la evolución natural de ciertos personajes, los relatos sufridos que carcomen, las declaraciones y la crítica social, la crueldad en los líderes o el «lavado de cerebro» a los profesionales de las fuerzas del orden, quizás influenciada por aquellas reflexiones de la filósofa Hannah Arendt en torno a los asesinos de masas y las jerarquías, es el hilo conductor. Un hilo conductor que no existe, realmente, hasta el final del libro, y que sin embargo tiene nombre y rostro durante todo el transcurso. Cada personaje cumple una función: Fuco es el policía que se plantea donde está el límite entre el bien y el mal, Roi es su antítesis, Xurxo y Breixo representan a los que ya no tienen mucho que perder además de las fuerzas por seguir luchando, Néveda representa esa parte de la sociedad apolítica o conformista que sin embargo sufre lo mismo que los demás... Pero Melba, o Aloia, el personaje que, además de ser el más sorprendente, es lo único cercano a un protagonista, actúa como parte de los tres grupos. Es la activista influyente, pero también es la que quiere vivir a la sombra de los que deciden, en su caso, de Xurxo. Pero la chica de la heterocromía acaba no siendo quien dice ser.

Probablemente sea ella la joya de la corona del libro. Un personaje en el que depositas ciegamente la confianza, igual que el resto, y que simboliza, sin embargo, la traición, la frialdad, y la deshumanización del ser humano en un mundo, tan distópico como real, donde nada importa además del control y el poder.


LO MALO


Pocas cosas malas se pueden sacar de Xarfas. Quizás algún fallo en la narrativa y en la gramática, en forma de verbos en subjuntivo en oraciones en las que no pintan nada, más constantes de lo que gustaría, que se vuelve algo molesto durante la lectura, pueda ser el crimen a destacar.

Podría quejarse algún lector de un cierto maniqueísmo, esa actitud donde los malos son muy malos y los buenos son muy buenos. Y es cierto que en un comienzo existe alguna muestra de ello. También es cierto, quede constancia, que cualquier rastro de esta práctica desaparece al avanzar la trama y aparecer determinados personajes. No deja de ser más que una primera impresión al leer los comienzos de la historia, con las primeras detenciones y ningún personaje perteneciente a las autoridades con dos dedos de frente.

En definitiva, no hay nada realmente destacable, nada que choque, que moleste, que haga de la novela algo mediocre. Es el primer libro de Alex Pernas y, para qué mentir, empieza pisando fuerte. Sin embargo, eso no quiere decir que no tenga cosas que mejorar. Lo primero de todo, la escritura a nivel más primario: Aunque el libro es autoeditado y carece de una corrección profesional, es un error bastante grande sin el que la novela ganaría bastante.


CONCLUSIÓN


No hay mucho más que decir. Tras el análisis, sigo sin recomendarlo para un regalo de navidad. Eso sí, merece muchísimo la pena leerlo.

No lo recomendaría tampoco para lectores demasiado jóvenes o sensibles, pues hay unas cuantas escenas realmente desagradables.

Dicho esto, decir que es un libro que merece la pena leer, y mucho. Una reflexión socio política concisa, sin demasiada complejidad, sin un análisis social digno de un ensayista o de un filósofo, pero sí una declaración de principios, además de una pequeña alerta de lo que ya ha ocurrido en varias ocasiones, en demasiadas, y de lo que puede volver a ocurrir.



Alex Pernas, autor de Xarfas
Alex Pernas, autor de Xarfas


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